Conocer es una forma de ayudar...
Buenos Aires, Argentina
Ayudar a una
persona ciega es facilitar algo que necesita o desea y no es
exactamente
suplirla en algo, ni en la forma que a Ud. le gustaría.
Para guiar a una
persona ciega.
Ofrézcale su brazo y camine espontáneamente atendiendo al
espacio que ambos
ocupan. No es preciso dar instrucciones salvo en
determinados casos, ya que el
contacto de su brazo permitirá seguirle con el
mismo detalle con el que Ud. se
mueve.
Para pasar por lugares
estrechos.
Eche hacia atrás el brazo con el que mantiene contacto la persona
que le sigue,
camine delante de ella y disminuya el paso cuanto estime
necesario para evitar
rozaduras o golpes fuertes.
Utilización de
escaleras.
Indique dónde está la barandilla, preferentemente poniendo en
contacto la mano
más libre de la persona ayudada y anuncie el primer y último
escalón. En lo
posible respete la derecha.
En medios de
transporte.
Condúzcale hasta la puerta de entrada o salida e infórmele de
elementos de
sujeción, como barras o barandillas, por si estimase oportuna se
utilización.
Avise también de la presencia de escalones y cuantas
particularidades considere
convenientes. Cuando tenga que ascender a un
automóvil, basta con
llevar la mano
de la persona ciega a la manija de la
puerta o, si ésta está abierta,
a su borde
superior.
Para ofrecer
un asiento.
Puede informar de la existencia de un asiento libre y preguntar
si se desea
utilizar. En caso afirmativo, indique su posición poniendo en
contacto una mano
de la persona ayudada con el respaldo o el brazo del
asiento.
Ayudar cuando sea necesario.
Cuando una persona ciega camine
normalmente con su bastón o
perro-guía, no sufra
por no ayudar, ni se
apresure para hacerlo si no ve necesidad. Comunicar
nerviosismo o apremio
puede ser un inconveniente.
Uso de palabras referentes a la
visión.
Ver se usa con un sentido general de percibir además de su
significado
específico; por eso, es correcta y familiar su utilización por
personas que no
ven; lo que sí se diferenciará de unas personas a otras es lo
que hayan
percibido y cómo, aunque lo hayan referido con el mismo verbo. Lo
mismo sucede
con mirar, ojear, etc., por tener un uso también habitual en el
sentido de
observar, comprobar,...
Palabras relacionadas con
dificultades visuales.
Las palabras "ciego", "no vidente", "invidente", etc.,
suelen ser familiares y
de frecuente uso en personas que no ven, así que no
deben ponerle en
duda si las
emplea con naturalidad.
Posibilidades
de autonomía.
Cuando una persona ciega camina sola por la calle es porque
tiene una
preparación o posibilidad básica para hacerlo y puede sentirse
incómoda si es
tratada como si no la tuviera.
Su ofrecimiento de ayuda
siempre es valioso y no debe sentirse molesto
si en ese
momento no fuese
necesario.
No informar de lejos.
Nunca informe desde lejos a personas
ciegas, salvo para evitar un
peligro claro,
ya que pueden no darse por
aludidas o ponerse nerviosas por lo apresurado de la
comunicación.
No
elevar la voz.
No eleve la voz cuando hable con personas ciegas, siempre que
no lo
exijan otras
condiciones; de lo contrario, pensarán que Ud. cree que
no oyen, no entienden o
no les gusta la discreción.
No seguir a la
persona ciega.
A nadie le gusta ser seguido; a las personas ciegas, tampoco,
aunque esto sea
para ayudarles. Para ayudar realmente, debe hacerles el
ofrecimiento y
actuar en
función de la comunicación.
Para cruzar
una calle.
Cuando se haya aceptado su ayuda ante un cruce, ofrezca su brazo
para que le
pueda seguir y únicamente avise al subir y bajar la
acera.
Técnicas concretas.
Una persona ciega utiliza unas técnicas
basadas en la seguridad tanto
con bastón
como sin él y serán la causa de
que algunos comportamientos de su movilidad no
se asemejan a los que Ud.
emplearía. Por ejemplo, en los espacios amplios, para
no desorientarse, es
aconsejable que camine por los laterales.
Utilidad del bastón.
Un
bastón se usa para determinar las características del suelo y la
presencia
de
obstáculos, pero siempre que esté debidamente en contacto. Por eso
no
es preciso
adelantarse a él para avisar de lo normalmente detectado
mientras no
haya cierta
dificultad o peligro.
Para dirigirse a una
persona ciega.
Diríjase de forma que no le quepa duda que se refiere a ella
(utilizando su
nombre, estableciendo un leve contacto con el brazo,...) ya
que todo
el mundo se
siente molesto cuando no sabe si se dirigen a él. Si
se conocen, identifíquese
lo antes posible. Nunca juegue a ver si le
reconocen. La voz es perfectamente
reconocible, pero está sujeta a frecuentes
cambios por afecciones
respiratorias,
variaciones de tono, etc.
No
evite el saludo.
No deje de saludar a una persona ciega por el hecho de haber
perdido
la visión o
por que no lo ve: eso significaría contribuir a un
aislamiento social y añadir
una pérdida innecesaria a la ya relevante de lo
visual.
Al dar la mano.
Si, al saludar extendiendo la mano, observa
que una persona ciega duda o no le
corresponde, piense que puede ignorar su
gesto y pídale sin reparos
que le dé la
mano.
Para entrar o salir
de un lugar.
Haga notar su entrada y salida a una estancia en la que se halla
una persona
ciega; de esta forma, podrá tomar la iniciativa para comunicarse
con Ud.
Dirigirse siempre al interesado.
Si tiene que entrar en
contacto con una persona ciega, no se dirija a su
acompañante pensando que le
será más fácil. Cada persona es responsable de sí
misma y es quien mejor sabe
lo que le concierne. Si, por el contrario,
se ignora
al interesado, se
alarga el proceso de comunicación.
Elección del tratamiento.
Guíese
por las razones que habitualmente utiliza para elegir la forma de tratas
a
una persona cuando ésta sea ciega: no se distancie porque una vez no
se
entendió demasiado bien con otra persona ciega, ni dé muestras de
excesiva
confianza a alguien que no conoce por el simple hecho de que le
recuerda a un
amigo ciego.
Cada persona ciega es única.
Las
personas que no ven no son por eso iguales: no tienen por qué opinar lo
mismo
ante un determinado asunto, ni actuar de forma ni siquiera
parecida en
una
misma circunstancia; lógicamente, pueden coincidir entre sí al igual que
con
otras personas que ven. Por eso, no presuponga cosas de una persona en
base a
otra que conoció.
La ceguera no lo es todo.
No se puede
atribuir a la ceguera todo lo que sucede a las personas por ellas
afectadas.
Factores de toda índole (personales, ambientales, sociales, etc.)
siguen
interviniendo.
Para colaborar en una compra.
Procure dar el nivel de
información que se espera o al menos, hacerlo con una
amplitud que permita a
la persona ciega ser realmente quien elija. Conteste a
las preguntas y no
informe sólo de las características que a Ud. le
interesan ni
de lo que
Ud. compraría.
No hacer público lo personal.
Cuando informe a una
persona ciega ante una compra o para realizar una
actuación
determinada,
procure retirarse discretamente a una situación en la que no
haya
espectadores y donde la intimidad quede garantizada.
Al recibir
dinero.
Cuando una persona ciega le entregue dinero, comente la cantidad
como
prueba del
acuerdo de ambas, ya que una vez en su mano deja de ser
percibido por la otra
persona.
Para entregar algo a una persona
ciega.
Puede utilizar varias formas: poner en contacto el objeto con una de
sus manos,
hacer sonar cuidadosamente el objeto en el lugar en el que se
deposita o
cerciorarse de si queda entendida adecuadamente la forma de
localizarlo.
Para mostrar un objeto.
Ponga el objeto al alcance de la
persona ciega y deje que explore libremente
durante el tiempo que necesite.
Si considera relevante llamar la atención en
aspectos que cree no se han
tenido en cuenta o que no pueden percibirse,
indíquelo. Y, sin embargo, nunca
se dirija a su forma y en su ritmo a otra
persona que no puede requerir
condiciones distintas a las suyas ya que podrían
producir incomodidades e
interferencias.
La importancia del orden.
El orden siempre puede
facilitar la búsqueda de las cosas y se hace fundamental
en el caso de
personas que no ven ya que, de no respetarse el lugar asignado a
un objeto,
tendrían que tocar por todas partes para poder encontrarlo.
Para cambiar
objetos de lugar.
Compruebe si queda suficientemente clara la nueva ubicación
del objeto o dé la
oportunidad de cambiarlo a la persona interesada, todo con
el fin de hacer
eficaz la localización.
Ante gestos que no puedan
percibir.
A través de la voz se perciben muchas más cosas que las palabras,
por ejemplo,
los estados de ánimo, pero cuando haga un gesto que no crea vaya
apoyado en la
voz, en el sonido que producen sus movimientos, etc., piense en
cómo
informar de
él para que no se pierda del proceso de
comunicación.
Palabras que necesitan del gesto.
Existen palabras, como
"ahí", que necesitan apoyarse en un gesto para concretar
su significado.
Cuando hable con personas ciegas no percibirán en gesto y, por
lo tanto, esas
palabras perderán su significado; en estos casos, es mejor
informar acerca de
posiciones relacionadas con la persona en cuestión: "a su
derecha", "la
puerta a la que está tocando a su izquierda", "detrás de
la figura
del
estante",...
Prevención de obstáculos.
Hay ocasiones en las que puede
convenir dar una información preventiva, como
"las escaleras mecánicas no
funcionan", "después de cruzar la próxima calle hay
una obra en la acera por
la que va",... No obstante, no insista cuando su
interlocutor no muestre
demasiado interés, porque a lo mejor esa información le
es
familiar.
Evitar obstáculos.
Procure no dejar obstáculos y
especialmente en lugares de paso. Si no puede
evitarse, trate de disponer la
situación de la forma menos peligrosa previendo
posibles golpes o caídas.
Tenga en cuenta que los obstáculos elevados pueden no
ser detectados, aun
cuando se utiliza bastón.
Deje paso o indique.
Cuando esté en el paso
de una persona ciega, retírese o anuncia su presencia en
lugar de guardad
silencio y, si le propone modificar su dirección, cuide no
dirigirse a otro
obstáculo.
Abra o cierre las puertas.
Las puertas ofrecen la mayor
seguridad para las personas ciegas cuando están
totalmente cerradas o
abiertas; debe evitarse la posición de "a medias" por ser
la más difícil de
detectar y la que genera más accidentes.
En los baños.
Acompañe a la
persona ciega e infórmele con naturalidad de la posición
e higiene
de los
distintos elementos, así como de cuantas cosas piense conviene tener
en
cuenta: si falta algo, el tipo de mecanismo de obtener el jabón o secarse,
etc.
Espere cuando la persona ciega necesite ayuda para volver. Si tiene
algún
inconveniente, no dude en colaborar buscando otra persona o informando
en la
medida de sus posibilidades.
Puntualidad.
Ser impuntual es
disponer del tiempo de otra persona sin su consentimiento,
pero, cuando una
persona ciega espera considerablemente, puede agravarse por no
contar con
recursos de carácter inmediato para paliar la situación, tales como
leer un
diario, mirar carteles y vidrieras, etc.
Al leerle a una persona
ciega.
Hágalo estrictamente y no interprete, de manera que se evite atribuir
al texto
aspectos que no contiene.
Ante correspondencia o documentos
personales.
Lea el remitente o la referencia que permita identificar el
documento y sólo
proceda a su lectura cuando así le sea
solicitado.
Evite los comentarios.
Procure no apremiar ni alarmar a
otra persona, sobre todo si es un niño, al
prevenir del paso o presencia de
una persona ciega: tómese el tiempo
necesario y
actúe con prudencia para
evitar la asociación entre la impresión de
intranquilidad que se podría
producir y la imagen de las personas ciegas.
No se prive de
preguntar.
No pierda la oportunidad de preguntar a una persona ciega lo que a
cualquier
otro transeúnte, ya que también puede disponer de la información
que Ud.
necesita, como por ejemplo nombres de calles, recorrido del
colectivo, etc.
Facilite una relación.
Cuando observe dificultades en
la comunicación con una persona ciega,
no utilice
expresiones que
contribuirían al alejamiento como "es ciego", "déjelo, que no
ve",... y actúe
a nivel práctico como, por ejemplo, informando a un niño sobre
cómo debe dar
un objeto a otro que no ve, cómo ayudarle a cruzar una calle,
indicarle la
parada de un colectivo, etc.
(Transcripto del folleto "Gracias por su
colaboración" publicado por la
O.N.C.E., septiembre 1989; con adaptación de
algunos términos, más adecuados a
nuestro medio) Buenos Aires, mayo de
1995.-
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